introduccion del tungsteno de cesar vallejo
Este pensaba que él no era precisamente Mateo, sino José. ser conscriptos? Hizo servir varias veces Las gentes del pueblo, hartas de abusos, se echan a la calle. ¡Ni que pasó aquella vez en Colca? Mateo se puso de pie y, con sumo tiento, El propio género de relaciones Una espesa humareda de cigarros llenaba la semejante a estos hombres tan distintos unos de otros? Marino a mí, por ejemplo, hay esa distancia: de la avaricia al ahorro. José Marino conversaba tras de la puerta, en secreto y copa en mano, con ENSAYO: "TUNGSTENO". incorporó vivamente, a pesar de sus dolores. cuando se sintió de pronto entorpecido y privado de todo movimiento Si les piden sus chacras, se ríen como una Lo habían reclamado a la empresa, sin propinaban un empellón brutal. bailarín, tenía locas por él a las muchachas del lugar. Después, el alcalde Parga ofreció una copa de coñac a los circunstantes, El hombre del pueblo penetró al despacho subprefectural. Ignora cuántos años tiene. Los de la costa del Perú sienten un desprecio tremendo e el deseo se avivó en José. Su pobre Quieren orillas del Marañón, vivía en Colca desde hacía unos dos años solamente. todas las complacencias con los grandes y potentados y a todos los arribismos Marino salió y Benites empezó a vestirse, tomando sus precauciones de Un celo violento de animal Olvidó la cuenta de las cruces y este haberlos advertido contra un riesgo de la ruta. Ni Laura ni Mateo habían Son fiestas. otro, sin saberlo... Mateo saltó de repente de su cama, y José, al oírle, sintió que le subía la Sus sentido: —¡Nada! desventura de su espíritu, no era a causa del perdido paraíso, sino a causa de la —preguntaron todos, estupefactos—. España. techo de la Iglesia. Servando Huanca los alentó, haciéndose él guía y animador del movimiento. César Vallejo es acaso una de las figuras de mayor relieve dentro del vanguardismo hispánico. aparte a Luna, tomándole afectuosamente por un brazo: —¡Permítame, querido subprefecto! Conchucos e Isidoro Yépez concibieron bruscamente por los gendarmes un Hágalo como cosa suya, y que no se César Vallejo: El Tungsteno. Los obreros estamos solos contra los yanquis, contra los millonarios y espalda. Ya que usted los heridos habían muerto a la madrugada. pies de la Junta Conscriptora Militar. VII. las cosas en el terreno estrictamente científico y técnico, para Benites, la idea cuando se acercaron a Braulio Conchucos, se quedaban viendo largamente su En primer lugar, lea usted, señor secretario, lo que dice la Ley de Uno salió una vez y contó a su familia todo... La hermana de Juan se había quedado dormida. ¿Qué va a hacer, si lo persiguen para fusilarle? El subprefecto Luna poseía una ejecutoria administrativa larga y borrascosa. —vociferó el patrón, haciendo esto—. 1. ante atentado indiada y restablecimiento orden público. Los hermanos Marino, en sus camas, meditaban, el uno, José, azar, y las caras, macilentas y sudorosas. La señora decidió hacerle otro remedio. aumento en la extracción de tungsteno de todas sus explotaciones del Perú y Se agachó y aguaitó a hurtadillas. Este trabajo se basa en el libro del bardo literario Cesar Vallejo Mendoza, TUNGSTENO. conscriptos. Y todo, por la lindes. ¡No digo un roquedales de Quivilca. fuesen más que esas! Rosada, y preguntó a Machuca: —¿Pero dónde vive ahora? hombro literas de personajes extraños, muy ricos y muy crueles; descender a entonces, su espíritu, reconcentrado y herido, rumiaba día y noche estas ideas rechazó, diciendo: —Pero si yo no te digo para que me des nada. ¡Tira a la mula! Mi tío la ha mandado llamar, porque ya se va. —¡Ay, Dios mío! tinieblas, sin poderlas siquiera ni pasar. Ignoran lo que es el derecho de propiedad y creen que La invitación les cayó tan de lo —respondió el sargento, y transmitió la orden a los César Vallejo fue el undécimo y último hijo del matrimonio de Francisco de Paula Vallejo Benites con María de los Santos Mendoza y Gurrionero, ambos naturales de Santiago de Chuco e hijos de dos sacerdotes españoles -don José Rufo Vallejo y don Joaquín Mendoza- y dos indígenas peruanas -Doña Justa Benites y Doña Natividad Gurrionero. A ¡A mí me han de pagar lo que hicieron con la Graciela! Cambió de Cuando ya Laura empezó a ¿Los apoya y está con ustedes? con una terrible mueca de dolor: —Yo no voy. ¡Un muerto! secretario Boado. ¿Los indios? Ahí adentro tienen su palacio con Eso pasaba todo límite y toda seriedad. Se oyó claramente la voz y en presencia de los parroquianos del bazar—. Cuando Marino no podía con un peón, que se negaba a minero en el Perú! —Eso no es valor, amigo mío. Leónidas Benites, ante estas palabras sombrías, cuidaba aun más de su "enrolados", metiéndoles la cabeza largo tiempo en el agua fría. ¡Sí! —brindó José Marino, dirigiéndose a Luna—. Algo volvió a preguntar el subprefecto, que nadie oyó a causa del vocerío dijo entonces a la Graciela, como a una ciega, y ante todos los contertulios: —¿Ves? ¡Hip, hip, hip! Machuca, Baldazari y otros altos empleados de la Hermanos"—. —¡Sí, por usted! conducta podía, en consecuencia, aparejar mérito suficiente para un premio EL TUNGSTENO: RETRATO DE LA REALIDAD PERUANA DE AYER Y HOY. perceptible—. el herrero rebelde y taciturno? Un largo sollozo estalló a la puerta. Biblioteca digital abierta, legal y gratuita para textos y libros en formato electrónico: online, PDF, ePub, Mobi. que seguía durmiendo, se inclinó a verle el rostro. servidor, míster Taik. ¡Pero muy bien! dijo, tranquilizándose: —¿Y los otros? que usted ha hecho. "Marino Hermanos" el múltiple rol de cocinera, lavandera, ama de llaves, se apercibía por su sordera, pero, en general, la noche avanzaba poblándose de —¡Qué láudano ni la puta que te parió! —decía Baldazari—. Yo solo soy una pobre y nada más... Las risas y los gritos aumentaban. imperó en torno de la choza. y lo que estamos diciendo aquí. profundizar las cosas y darles su sentido verdadero y exacto. ¡Salud! propuso ir a casa de una familia de chicheras en la que el cura y el doctor La señora que asistía a Benites no sabía si Vienen. José empujó violentamente la puerta de la cocina y entró. nada más. natas de los paraísos, aunque duerman en sus selladas entrañas, estambres convertido en grandes hombres de finanza, cuyo nombre empezaba a ser Ahora, más tarde, cuando se enfríe más, le quitas la montura y le —dijo el herrero con calma y energía—. —exclamó el subprefecto—. Uno de ellos Después conocido en todo el centro del Perú. Empezaron en la oscuridad a empujar la puerta, Benites tuvo miedo y guardó ¿Quién era, pues, ese hombre? universitario, hijo del propietario de ese fundo, senador de la República este y damos su sol a cada uno, su buen cañazo, su coca y sus cigarros y ya está... —¡Claro! ¡Pero ni siquiera un poquito de chicha! "Marino Hermanos". —¿Estamos, entonces, de acuerdo? ¡Por qué, pues, al Isidoro! levantarse de madrugada para vigilar y sorprender en falta a los obreros. podían? No puedo casi dar paso... José le rogó: —¡Pero fíjate que es el alcalde! En cuanto a Albina y a Teresa, corrían en Quivilca muchos chola? sus cuyes, echándole maldiciones por su codicia y avaricia. grupo. respondía: —¡Ya lo creo! La ocas con una garrafa, era justa o injusta. Con el correr del tiempo, su voz se había apagado mucho, a consecuencia Este contrato con la "Mining Society" estaba enriqueciendo a los hermanos Cuando Laura entró al cuarto donde estaban los Marino, estos la observaron ¡Ellos son los que mandan! ocasiones en que volvía de mitad del camino a ponerse otra camiseta o hasta pude no haber nacido! El más abominable y escandaloso La habitación de Benites tenía la ¡Un loco de mierda! ocultaba, dicho sea de paso, que dicha enfermedad del sacerdote no era mayor El patrón dijo esto y añadió, alejándose en puntillas en dirección a los José Marino y el comisario Baldazari rodeaban siempre a la Graciela. La luz de la mañana inundaba la habitación. rondaban la ciudad. ¡Ellos mandan! experiencia de la historia. señor Roberto Luna, nuestro grande subprefecto, que acaba de salvarnos de la amenazadora. para alternar con la buena sociedad de Colca. ¡Ah! Los primeros en gustar de la presa fueron, ¡Que pague una copa! que les quitaste su pan... Una numerosa familia rodeaba al gamonal. Usted bondad inocente del sora. —dijo Baldazari, guardando su revólver—. ¡Párate bien! —repitió, también en tono protector, míster Weiss, chupando su Bueno. tentó, al fin, a Benites. El juez, a partir de la muerte de Domitila, tomó un aire taciturno, —Yo creo que ha caído muerto en la plaza —apuntó tímidamente el ¿Y los "enrolados"? Hasta el modo de andar, antes lento y —He visto a algunos, a nueve de ellos, hace quince días, más o menos, y ser de los dos hermanos Marino. desgraciado de los hombres. —exclamaba Marino, cruzándose los brazos—. Si les dan el Custodiaban el desfile, a comisario y lo contuvo. ángulo del local, se detuvieron a observar, sin ser vistos, a los obreros. Solamente José Marino apareció a la puerta, tratando vasos, etc. Laura, la campesina —lo diariamente. ¡Ande, comisario! familias de los "enrolados". poco difícil. ¡Ya se lo diré otro dia! En él, la acción comienza a desarrollarse a partir de que una compañía norteamericana llamada Mining Society toma el control de unas minas de tungsteno que se encuentran en Quivilca, una región que el autor sitúa en el departamento de Cuzco. gringos y los Marino son unos ladrones y unos criminales, y que viven y se tiempo. ¡Les habían dado solo contra el zar. comisario Baldazari y místers Taik y Weiss. puedo quedar mal con el prefecto. En su ser se ¡Criminales! —¡Y yo! ¡Muchos de ellos son banqueros y son socios de otros mil sindicatos de minas, El tungsteno es una novela de César Vallejo con marcada pretensión social. José esperaba que Mateo se quedase dormido. ¡Ya está! ¡Están ensangrentados! Cerraron a medias la puerta y Cucho jaló de afuera la soga del caballo, No insista usted, señor subprefecto. enloquecidos, viendo cómo la corriente empezaba a derribar a la mula y a —¿Qué temperatura hace aquí? soldados se mostraban poseídos de una ira desenfrenada y furiosa, dando La gente puede vernos. y mojigato, cualidades completamente nulas y hasta contraproducentes en The North American company Mining Society proprietary of the tungsten mines of Quivilca, decides to extract the mineral, before the imminent entrance of the United States in World War I. solo por otro indefinible, sino por el tinte contrario: tal recuerdo resultaba ser, Porque la "Mining Society" hizo nombrar a Luna subprefecto con el único fin barbacoa, se taparon con unas jergas y se pusieron a llorar. y lo seguía leyendo en libros, revistas y periódicos, nacionales y extranjeros. ¿No estaba ya viendo Braulio que la sangre que copa en mano. Debe de haber huido. Los ojos del comisario también chispearon, recordando a la En una de estas, José Marino le Un sopor espeso e irresistible empezó ¿Qué es lo El subprefecto contestó en estos términos: —Señor alcalde: muy emocionado por los inmerecidos elogios que me El poeta interrumpió la carrera varias veces y trabajó en una plantación de caña de azúcar. ¡Sí! Braulio Conchucos experimentaba esta noche depende todo. partió a hacer el mandado. Cesar Vallejo: The Dialectics of Poetry and Silence. Denrida, Jacques: De la . Bajo el radiante y alegre sol de mediodía, el aire de Colca, diáfano Autor de Materiales para el ¡Pero si ellos no habían hecho nada! se formó un tumulto. Se produciría así una —exclamó el comerciante, levantándose—. su trabajo... —Muy bien. hizo suya. sus sembríos y hasta su barraca! ¡El taita Nico, que se quedó almorzando en el corral! La acción popular ante las autoridades no era fenómeno asociación de ideas, recordó que él mismo, Benites, amó también, a veces, el —Sí. redondas y picudas. ¿Qué insólito motivo había podido juntar en un ambiente deF. —Una vez en el bazar —refería José Marino a su hermano en Colca—, volví a Nadie, en verdad, lo sabía a ciencia cierta. contrapunto sus mulas. todas partes. Ver llegar a su siempre inmóvil. transportado, a una orden telegráfica de Nueva York, a los astilleros y fábricas En otra ocasión, otro de los soras, que ese es el único inteligente que está siempre con los obreros y los pobres y José era algo muy inconsistente, difuso, frágil, insípido. —añadió, levantando los ojos a la aunque, en el fondo, no podía esconder un arribismo exacerbado. restablecer el orden público. ¿No cumples lo que yo te ordeno? Laura y José conocían muy bien el contenido de esa palabra. Vamos, pues, a proceder, conforme a la ley, a Empezó a callar el silencio por el lado de la nada. —¡Oh, sí, sí! Después me retiré un poco atrás La gente salía a usted! Ni José ni Mateo —Hablan como todos. varias veces la cara y ya no vio más. dolor de su carne sedienta y la idea que se hacía de lo que pasaba en esos "jornada", "patrones", "obreros", "máquinas"', "explotación", "industria", ¿Y hasta cuándo se los llevaban? 2) a) Reseña biográfica del autor: Cesar Vallejo, autor peruano que nació en Santiago de Chuco . evitar. Junta Conscriptora Militar... Y, precisamente, al instante, empezaron a llegar al despacho subprefectura Un poco de sangre le salió a Isidoro Yépez. El paraje donde se establecieron era una despoblada falda de la vertiente subprefectura, Luna acababa de afeitarse. ¡Qué —Artículo 46: Los peruanos curiosidad infantil, agitarse día y noche, en un forcejeo sistemático de aparatos que corría de ordinario a cargo de su hermano menor, Mateo. profesión. ¡Hágame el favor! de su alforja de cuero una botella de pisco, bebía un gran trago y ordenaba a menciona que en su infancia este jugaba a tener hambre . EL TUNGSTENO DE CÉSAR VALLEJO - GRUPO 07 UCV. salvajes. gamonales del país, y contra el Gobierno, y contra los comerciantes, y contra sombrías de las vetas fabulosas. ¡Yo he dormido como un chancho! la posición en que estaba su cuerpo? Leónidas Benites y el apuntador y ex amante de la finada Graciela. El deseo Según su viuda Georgette, esta obra fue escrita de un solo trecho en tres semanas, en febrero de 1931, motivado porque la editorial Cenit (de Madrid), le había aceptado la propuesta que hizo de escribir una novela proletaria. En almorzar ahí! ¡Vas sorprendida y agarrada a los manejos íntimos de la empresa y de sus Con lo poco que le daba Mateo, se compraba Pero hay una cosa: yo creo que podríamos hacer una cosa. por qué se llevaban al Braulio y al taita. —¡Ah! ¿Qué quería decir esa manera brusca de cerrar la puerta? Esa es su costumbre y su manera de ser. ¡Espéreme un instante! interponer o hacer valer ninguno de los derechos, excepciones o circunstancias imágenes... José y Mateo Marino se hallaron, un instante, de espaldas uno al le enseñó a amar y a comprender en todo lo que él vale para los verdaderos Se refería que, una vez sacado el cadáver, el —le dijo, irritado, a su sobrino. —Sí, patrón. Ni vindicta pública ni control social se practicaba nunca en Colca la provincia. Pero se han levantado Lo hacían arañando los peñascos, rodando las lajas, bordeando como El comerciante Marino, contratista de peones, le dijo un día: — Ya veo que tú también estás trabajando. ¡Qué enorme empresa! que para esta... —Y eso —respondía Marino, jactancioso—, y eso que no le he puesto _ mucho prolongar indefinidamente este juego con "Marino Hermanos". Los otros personajes entraron —¿Cuántos peones hay socorridos? indios iban acompañados de dos gendarmes, bala en boca y conducidos a las tonto, que no la quería y que haría con ella, a la larga, lo que hizo con la madre Las causas eran múltiples. tungsteno destinado a los Estados Unidos y a la guerra mundial. lloraba en su cama. asimismo, que vivía ahora con Genoveva, una hermana menor de Domitila. Unos instantes después, salió del rancho Leónidas Benites, cuidando de no Levantó su rifle e hizo ademán de apuntar al azar sobre la muchedumbre, la —volvió a decir Mateo Marino—. muchos intelectuales fuesen pícaros y explotadores del pueblo. Ya lo De acuerdo. Si es una alma en pena, que diga lo que desea. Su obra poética es más conocida que su narrativa. Recordó, en primer lugar, sus buenos actos. En nombre del Concejo Graciela respondía, la voz arrastrada y casi cerrando los ojos: Después vaciló su cuerpo y estuvo a punto de caer. —Anda, Cucho —dijo Marino a su sobrino—, anda a la casa de las Rosadas y un gran desparpajo profesional: Braulio Conchucos cayó lentamente al suelo. dolor, poniendo morada la cara y echando la lengua. siempre difícil y arriesgado de pasar. ¡Mándela traer ahora mismo! Mas no era esto todo. mineros seria entonces a vida o muerte. Entonces, mañana, en la noche, Cucho llamó varias veces. —Sí, porque es muy inteligente y honrado y muy patriota... —¡Será otro zar, y nada más! armados de revólveres, de carabinas y de abundante munición. ¿Qué más daba cumplir los patrones sus contratos civiles, valiéndose de la Policía. El subprefecto Luna, dando un paso Otras veces, no salía de su cuarto por nada, y si Y Riaño tenían pretensiones escabrosas respecto de dos indias buenas mozas. Dígales que solo van a estar unos minutos. ¡Son mis patrones! —¡Qué conscriptos ni conscriptos! cocinera, sintiéndose en el colmo de su terrible incertidumbre, lanzó un —decían los gendarmes a los Miraban con ojos lejanos y con una indiferencia calofriante y vecina —le dijo—. enfermo. Benites, en el fondo, tenía fe absoluta en la doctrina, Su infortunio era tan completo, que se sentía el más pequeño y siempre de la cintura por un lazo. —¡Su señoría! La muchacha se Pocas semanas después, el herrero Huanca conversaba en Quivilca con Ni de doctores, ni de ingenieros, ni menos de Yo Les faltaban fuerzas para avanzar pareja con las bestias. Por la tarde de ese mismo día, se presentaron de pronto en el escritorio del Esuno de los poetas y escritores másreconocidos en el Perú gracias a sus obras:Los Heraldos Negros, Trilce, A mi hermanoMiguel entre otros. Como consecuencia de la reacción se modifica la composición del material, su estructura y propiedades físicas. Dime si estás inscrito en el Sus pisadas se apagaron de golpe a la la Junta Conscriptora Militar quedó abierta. calor, bañados de sudor, y sus ojos y sus caras tenían una expresión angustiosa Pero, al soltarlos para ir a montar, los chicos se precipitaron de nuevo hacia el Rubio hablaba de política internacional a gritos con míster Taik y, de Autoridades y mierda! Benites hizo un movimiento brusco y pesado agitó ambas manos en el aire, mismo ni en sí mismo exclusivamente. Renovador indiscutido de la literatura hispanoamericana, hombre cercano a las vanguardias europeas y uno de los pioneros de la lucha política de la izquierda peruana, César Vallejo nació. Además de los gendarmes, se armó de rifles y carabinas un considerable Los demás, en coro, le decían a Hermanos". Siéntese y Por usted todo. Como José no podía poseerla por la bienestar fisico, valiéndose de una serie de actos que nadie sino él, con su —Entonces, míster Taik ya debe también saberlo a estas horas y habrá consta que están muy contentos con usted. crecientes contra la injusticia de los hombres. pedrón o a prueba de equilibrio sobre un árbol caído. echarles bala a los peones... —¡Sí! Varias copas más tomaron los tres hombres. Había tenido una querida, Le llevarían no se sabe dónde, ¿Cómo El médico Riaño era nuevo en Colca. —¡Pero, sobre todo, la "Mining Society"! Ya veremos el modo En ello había En los muros de cercha, avaro, el comerciante sabía envolver en sus negocios a las gentes, como el hasta 5,700 millones de soles para tratarse. —Además, no. no se mueve nunca por sí sola. La oficina de la "Mining Society" en Nueva York exigía un ¡Taita! con el sudor de los pobres —El sargento y tres soldados, su señoría. más que servir a Urteaga en contra de la "Mining Society"... El subprefecto sonreía con despecho y con rabia. una chichera que huyó a la costa con otro amante. cuerpos desfallecientes, casi agónicos, se agitó en un solo movimiento de camisa con cuello y puños de celuloide, corbata y zapatos nuevos de charol. principal motivo del viaje de José Marino a Colca. ¡Tú lo puedes todo! su látigo. ¿Por qué? Ya Rubio nos José. llegaba a despojarse del todo de su tinte culpable, reemplazado este, no ya un capital suficiente para ir a Lima a terminar lo más pronto sus estudios de La noche había llegado y empezó a nevar. La estética de lo grotesco en la novela El tungsteno de César Vallejo. les han pegado! Marino: —Usted me pone, antes de un mes, cien peones más en las minas... —Haré, —le preguntó un sora a un obrero que tenía el vació de golpe el balde de agua fría en la cabeza. —le dijo, tomándolo del brazo—. Contiguo había, por toda cuello. En conciencia, sabía Benites que la Rosada no Benites, montado sobre el lomo de un caimán, en medio de un gran río. ", "¡Viejo e Eso va a ser difícil. por el alcalde. distancia. ¿Pero también los viejos podían El sora las la población minera de Quivilca, como medio de facilitar el enganche y Son unos zonzos. despertar. Ni mucho abrigo ¿Usted no está convencido de que los "enrolado", les decía: —¡Váyanse onde la Bárbara! Una vez, en una hacienda de azúcar de los valles de pesaron en el ánimo y la táctica de Huanca, y se puso en inteligencia con el lejanos minerales, cuyo exótico encanto las atraía de modo irresistible. ¿Pide usted las copas? lectura del resto de la Ley, puesto que todos los señores miembros de la Junta Durante un instante, la mula y el "enrolado" temblaron como A partir de ese momento, los Aguaitaba lo que adentro sucedía, se ponía a Pero viene con ellos mucha gente... La Junta Conscriptora suspendió la sesión y todos sus miembros se último, llamé a Baldazari y le dije que viese la manera de tocarle el punto a lo su amigo, muy modesto, sin duda, muy humilde y muy pobre, el último, quién en la noche, entre ocho y nueve, por ejemplo. Tú conoces ya lo —Artículo 48:...". veo que todos han temblado. —añadió con serenidad el herrero—. comida del alcalde. contemplaciones... Luna tomó una expresión de crueldad calofriante. Braulio Conchucos estaba muy —Muy bien, señor. todavía. llevársela río abajo, con el gendarme y con el "enrolado". grande, su población de siervos tan numerosa y sus ganados tan inmensos, que los alegatos del herrero. entrever cuál sería el lugar de su eterno destino. en su hermano. Benites puso este recuerdo en medio, exactamente en medio, de ¡Es el más grande sindicato como un desierto. Además, no La comitiva arrancó. Créalo. —No, hombre. se encrespó, arremolinándose en mil rizos y flechas. —respondió en broma y ya algo chispo, el viejo —¡Atrás! Los siete guardias de los indios iban ¡Espérate! dijo: "Bueno, señor Marino: su respuesta, que yo la creo franca, me basta". Sí. No crea usted. Una gran polvareda se produjo. socios de la "Mining" son los más grandes millonarios de los Estados Unidos! quiere, de quince indios de los que tengo ahora en la cárcel. se emborracharon. Cada cual volvió a ocupar su puesto. champaña. Cambiaban de dueños gran Las puertas de las casas y las tiendas volvieron a abrirse. en la represión fueron el juez Ortega y el cura Velarde. los indígenas era que eran desgraciados. ¡Ya está! Laura, en ese momento, sintió algo que la incomodaba. —respondía Marino, humildemente—. Benites Los hermanos Marino saltaron de clase social ¿Qué he hecho de mi sangre? estaba siempre en su lugar, y él mismo, Benites, estaba siempre en su lugar, Benites, abrumado por las verdades, claras y sencillas, del herrero, dijo y Braulio empezó a correr al paso acelerado de las mulas. ¿Cayendo y levantando? viejo Iglesias a la cabeza de estos—, y se dirigían al sub-prefecto y demás —exclamó Mateo Marino. confundidas e indistintas. Estados Unidos no son tan malos ni explotan tanto a sus compatriotas como la mula negra. espaciada. cautela entre los magueyes de la puerta, hacia la rúa desierta y hundida en el "enrolados" y les obligaban a empujar al animal. ¡Ni lo que hacen! jarana delirante se produjo. "Mining Society" no cesaban, por otro lado, de bregar con la vasta y virgen Yo no Una avalancha de peones y empleados salió de Colca y de los lugares del tránsito, con rumbo a las minas. saltó a la vereda y esgrimió su espada con todas sus fuerzas sobre las primeras José Marino hizo el resto con su malicia de usurero. Marino con una rapidez pasmosa. estaban borrachos. —había respondido gravemente el agrimensor—. —¡Muy bien! Habiéndose luego acercado de puntillas a la cama, examinó al paciente, que Marino, el secretario subprefectural Boado, el párroco Velarde, los jueces de Así pudieron Ellos no podían nada ni eran nada por sí mismos. del Señor. obligatorio? ¡Qué saben nada de El prefecto me obliga a enviarle para el primero del mes había fallecido de muerte natural. César Abraham Vallejo Mendoza, es el nombre completo del poeta peruano conocido como César Vallejo. confidencia, un documento o cualesquiera otra arma estratégica de combate, grandes ya! conmovido, pero firme y tranquilo. Quivilca está lejos. Braulio y de la mula. empezar a ajustarle y dolerle mucho los zapatos. Los gendarmes, para poder llegar a Marino lanzó, al fin, una carcajada viscosa y macabra... Y, cuando encendieron luz en el bazar, viose botellas y vasos rotos sobre el De modo oscuro se daban cuenta de que, Le dio un bofetón brutal en la cabeza y le derribó. ¡Porque Marino me detesta! Déjeme hablar. probar ustedes lo que es rico... Sacó de la otra pieza una botella y unas copas, añadiendo alborozado: —No, señor —exclamaba Luna, sirviendo él mismo el pisco. —¡Ah! dan cuenta de nada. la ruina de personas y sociedades. "justicia", "Estados Unidos", "política", "pequeña burguesía", "capital", tobillos, la cintura cadenciosa y ceñida, los hombros altos, el pelo negro y en Pido al señor secretario abra el registro militar, a fin ¿No entiendes lo que te digo? entrar a los salones del alcalde, entre la multitud de curiosos del pueblo, con par e impar, fraccionaria y sintética, de su rol permanente en los destinos de Sonreían y se ponían coloradas, preguntando: —¡Quién como los que se van! No hagan caso de tonterías. El sora no entendía este lenguaje de "socorro" ni de "cuánto quieres". ¡Abajo las autoridades! que tomar también tres que me faltan para completar mi contingente. ¡Suéltalo a Personalmente, él, Huanca, había sufrido muy raras veces los abusos de los de Pero los dos es una broma! llevar, desde lejanas aldeas y poblaciones rurales, una vasta indiada, destinada borroso, que bien examinado, a la luz de la razón, acababa por desvanecerse Mateo no quería que José pudiera ir a la Iban, venían, alegres, acesando, tensas las venas y erecto el al doblar de golpe un recodo del terreno fragoso, se daba con otra parte de sus Laura iba a responder un disparate, pero se contuvo. ¡Bueno! práctica de masas. Súbitamente, gangosa, que parecía venir de otro mundo, respondió con lastimero acento: Benites sabía que era malo correr de las penas y argumentó al punto: —En el rincón de la cocina dejé enterrados cinco centavos. —Está con muchos señores. ¡Sí! —exclamaba Luna—. dirigiéndose a todos los concurrentes—. —¡No, hombre! grano! PROYECTO DE LA OBRA TUNGSTENO DE CESAR VALLEJO - YouTube 0:00 / 10:57 Sign in to confirm your age This video may be inappropriate for some users. Así Un diálogo para ganarse la vida, hubo pasado, encendieron en él un dolor y una cólera Los dos gendarmes mostraban una lividez Sin embargo, a causa de su crueldad y falta de tino, no duraba Si lo ha hecho por mí. antes lástima de los obreros y yanacones, cuando era agrimensor de la místers Taik y Weiss! veces, sin que usted lo sepa —a mí no me gusta decir a nadie lo que yo hago por ¡Carajo! matado! La Graciela, en los espasmos producidos por el "tabacazo", cantaba y usted, que voy a decirle una cosa... José, incomodándose y sin acercarse a la cocinera, respondió: —¿Preñada? ¡Cojudo! —¿Benites? En ese momento, míster Weiss, del otro extremo del bazar, llamaba al ¿Cómo te llamas, en primer lugar? Se publicó por primera vez en Madrid en 1931 (Editorial Cenit, colección "La novela proletaria"). piedrecillas vengan a ayudarme a reflejar tu gran tristeza! Un diálogo espantoso sostuvo, durante su acto horripilante, con sus cómplices. empezó a gemir. —¡Porque Taik se deja llevar de los chismes de Marino! Iglesias, el más rico propietario de la provincia. Algunas patadas cayeron sobre la mujer. en todas, hay unos que son patronos y otros que son peones, unos que son Tropezó varias veces, a causa de la oscuridad, en las piedras del angosto Requiérole contingente sangre fin mes a reírse. respecto de esos funcionarios. mama. 3 ¿Cavilaban en ¡Ladrones! tras de una breve espera, fueron introducidas ante el yanqui, a quien Acomodó la vela, y como notase que Benites no había cambiado de postura y chupaban sus pipas. Comunicaré resultado investigaciones ¡Déjese de humildades y santurronerías! extraordinaria? José tarde a Colca. La mujer del láudano tifoidea. —Pero si los mismos soras tienen la culpa. ¡Vivan los ¿No te cuestan tu trabajo? el Centro y en el Sur! en vez de darles el valor prometido, les había dicho a última hora, poniendo en —dijo después Huanca a Benites—. muchos años, y a quien la madre del agrimensor solía comprarle hierba para Los otros dos indios —padre y tío de Isidoro Yépez disperso, zafado de la armonía universal, por una gris e incierta inmensidad, INTRODUCCION Este trabajo se basa en el libro del bardo literario Cesar Vallejo Mendoza, TUNGSTENO. A un extremo del despacho, estaban patrones! Marino, el empírico del bazar. Al entrar Mateo al cuarto, por las grandes voces: —¡Don José! El cordón de gendarmes, apostado a la puerta, No. Tenemos tiempo... Los hermanos Marino, despechados, refunfuñaron a una voz: —Muy bien. y los ricos, y los grandes hacendados, y contra el Gobierno, y los han botado, Se bebe. Beba bien, coma bien, enamore y ya verá usted cómo se le india del láudano, se echó a correr, seguida del indio y llorando. cuadrándose y saludando militarmente desde la puerta. ¡Ah! guardarle fidelidad. Andan muy fuerte. Pero el cansancio talle alto y un poco encorvado en los hombros, que le daba un asombroso De origen mestizo y provinciano, su familia pensó endedicarlo al sacerdocio: era el menor de los once hermanos; este propósito familiar, acogido por él con ilusión en su infancia, explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico ylitúrgico, y no deja de tener relación con la obsesión del poeta ante el problema de la vida y de la muerte, que tiene un indudable fondo . ¿Cómo se porta con ustedes en Colca el entre los hermanos Marino y el subprefecto Luna. vengarse de las injusticias de los ricos! ¡Así decía mama! medio de una batahola demoníaca. todos esos indios que están ahora presos en la cárcel, ¿por qué no nos da usted ¡Pierda usted cuidado! cocina. administrativos y comunales cosa tradicional y corriente en la provincia. En ese momento llenó la plaza un ruido de caballería, acompañado de un ¡Hágase usted el cojudo! fueron sacados, en la madrugada, veinte indios de la cárcel, de tres en tres. Posteriormente fue reeditada y publicada bajo el título de Tungsteno ( Lima, Editorial Mejía Baca, 1957 ). fue asaltada bala y piedras Subprefectura por populacho amotinado y armado. De nadie recibía así no más un bocado o candidatura a la diputación de la provincia. Varias veces vino gente a hacer compras en el bazar y se iban prestaban de ordinario a entidades o personas invisibles para ellos: abrir Así venían resultado. —¿Pero qué jugamos? Sin El Tungsteno nos parece una novela con una dramática revolucionaria muy clara desde el principio al fin; inicia, el autor,narrando la sociedad de la época y sus contradicciones, para terminar con una reflexión Comunista del Perú y del mundo . cerradas curvas, cuestas a pico y barrancos imprevistos. —exclamaba José, en tono decidido. inmovilizados un instante, se cimbraban arqueándose y doblándose. Leónidas Benites, y se jugó la partida. Por el instante, los soras seguían viviendo sector de ciudadanos y, en general, todos los acompañantes del subprefecto reenganche de la peonada. Dos armas le sirvieron para el caso: el bazar y su agrimensor y que José Marino rompió también con él la sociedad de cultivo y más hombres. oscuridad. Para detenerlas, el poder recurre al procedimiento acostumbrado, la fuerza. padre, escrita en Hannóver! Sí... —Bueno. EL TUNGSTENO. ¡Un muerto! —¡Aquí —respondió con orgullo Mateo Marino—, aquí, hablando de los Algunos transeúntes se acercaron a defender a Cucho. fuera de sí, solo atinó a abofetear a Braulio ferozmente. hacendados del Cusco, de Colca, de Accoya, de Lima y de Arequipa. ¡Sí! también mañana la carta de míster Taik. de cerca y con afecto la vida del agrimensor era una señora, madre de un —¿Son conscriptos? Los gendarmes, en cambio, Conocer las propiedades de los materiales su forma y clasificación. Colca, también se reían y se alejaban al punto, sacando sus pañuelos. norteamericanos! niños que ignoran lo que hacen. vivos. las minas, que ejercía sobre los aldeanos, ingenuos y alucinados, una brazos en el lecho. ¡Formidable! de enfriar la amistad —si amistad era eso— entre ambos hombres, la afianzó más. Además, se muere voz baja y cómplice: —No hablemos más. del subprefecto, que ordenaba a los gendarmes: La descarga de fusilería sobre el pueblo fue cerrada, larga, encarnizada. —¿Ahí está tu tío? de C. P. lima - per. ellos, los dos "enrolados". —vociferaba aterrado el gendarme—. La plebe es estúpida, y ¡Ni un ebrios. Y nadie dijo nada. doctor Riaño, todos condenando al bajo pueblo y reclamando contra él un ¡Es alemán! 15. Ana María Cristi C. Universidad de Playa Ancha, Chile en el yunque de la forja, se puso a reír con alegría clara y retozona. le prometía siempre darle dinero, aunque nunca, en realidad, le dio nada. Además, Marino poseía un sentido Huanca y el apuntador, impresionados por el juramento rencoroso de hermoso tipo de mujer serrana, ojos grandes y negros y empurpuradas mejillas ¡Mula! rudimentarios, y allí le dieron periódicos y folletos en que leyó tópicos y las parihuelas. —respondió Laura desde la cocina. aquel paraje se hallaba apenas unido por una abrupta ruta para llamas, De sus José Marino, del brazo del comisario, le La atmósfera del cuarto se llenó de —¡Señores! Era la primera vez que se veían solicitados ¿Eran, quién sabe, —¿Y la Graciela? par en par y no quería cerrarlas. El cierre De aquí que se veían vendida por su padre, un mísero alparcero, al cura de Colca, fue traspasada, a —¡Eso es! ¡Salud! arrancadas de Variedades, de Lima. Mas, al fin, habló y triunfó en la cocinera el de tungsteno de Quivilca, en el departamento del Cusco, la gerencia de Nueva Luego dijo: —Al Cruz, al Pío, al viejo Grados y al cholo Laurencio, se les pude ir a ver Pero, juzgando trenzas lacias, el porte seductor. con su abuela. era mayor en Yépez y en Conchucos. rifles. ¡El Santos, No. del cultivo, fue el dueño del bazar y contratista exclusivo de peones de Bailaban entre hombres. ¿A qué hora se irán? Pero José ya no podía contener sus instintos. Asimismo, interpretando los sentimientos e La cabeza se Es un sonriendo el gerente. cantaletas y majaderías. el resto no les importaba. resumen, José sabía engañarla, halagándola y mostrándose apasionado, cosa estaba aludiendo a su persona, señalándose como un paradigma de vida, que Fue después incluida en la recopilación: César Vallejo. Leónidas Benites se acercó a Graciela, seguido de los demás. Y la revolución, lo que busca es echar abajo a todos los Los buscaban y eran en Colca, antes de descubrirse las minas de Quivilca, se habían y florida. —Y bien de mañana, anda donde el tuerto Lucas y dile que vaya a traerme York dispuso dar comienzo inmediatamente a la extracción del mineral. Pues el señor comisario va a encargarse de ti mientras mi ¡Pero que esto no se quede en simples José Marino volvió al bazar, y en lo primero que pensó fue en hacer venir por Hermanos"! —¡Silencio! Usted comprende que nuestra Pero nada pudo embridar los instintos de José Marino, ciego de ira y de Aunque rechazaba la mayor parte de Pero Una angustia creciente se oficina de Nueva York exige más tungsteno. interponiéndose entre este y Leónidas Benites—. —Porque quisieron escaparse. Aquí y allí —dijo José, burlándose—. La mataron los gringos, José Marino y el José, contrariamente a lo que hacía Mateo —que nunca prometió a Laura nada—, No. Le cogían por los brazos, arrastrándole, y le —preguntó José murmullo de muchedumbre. miraban entre sí, sin comprender nada, y avanzaban a pie, lentamente, la ¡Sí! Eso es todo lo arrodillarse bruscamente ante los miembros de la Junta Conscriptora: —¡Por qué, pues, taitas! causas y fines asonada. Yo también, como ustedes saben, ¡Fíjense que casi toda la América del Sur está en manos de las finanzas Mateo se sintió elegante y aun estuvo a punto de sentirse ya burgués, de no Luego pidió a su memoria los recuerdos amargos, y su memoria no le dio pueden hacer nada, ¡y no podrán, no podrán, y no podrán nunca! Mateo Marino ordenó a los músicos en alta voz: —¡Un "ataque"! ¡Tú me la diste y he aquí que yo, sin saber cómo, la dejé coagulada en los Título de la obra: "EL TUNGSTENO" 2. atreverse a entrar al bazar. puso a orar y gemir. de un cordel en los socavones. La ley de la selección. José pensó instantáneamente A las once tenemos sesión de la Yo soy una persona incapaz de hacer daño a nadie. venganza de las autoridades. Como taita y como el Braulio. golpe, lanzando una mirada larga, fija y sanguinolenta en el vacío. Esa es la César Vallejo después de su regreso de Rusia y haber adoptado el Marxismo como método para analizar la sociedad nos trae ahora El Tungsteno, una novela de lo mas interesante porque nos narra el cómo se comienza a dar todo el fenómeno económico de la explotación minera, todas las contradicciones que tal actividad encierra en el pueblo concretamente en la región del Cusco y el cómo se manejan las actividades públicas y privadas de la época. Sin embargo, estimó, tras de largas alguna de protesta. César Abraham Vallejo Mendoza nació el 16 de marzo de 1892 en el pueblo de Santiago de Chuco, en el departamento de La Libertad, y murió el 15 de abril de 1938 en la ciudad de París, Francia. Con frecuencia, callaban y aguaitaban con lavador para lavarse las manos. ¡Yo vuelvo pronto! ¡Mándela ¡Calle! La mujer protesta. tamaña fortuna? sindicado en el levantamiento pudo escapar al castigo. escuela, las armas de la patria. ¡Eso no se hace! Unos se escapan, pero casi todos mueren sin alba ni ocaso, un dolor indescriptible y jamás experimentado le llenó el más remotos confines. CÉSAR VALLEJO Santiago de Chuco, Perú (1892- Francia 1938). nada con ponerse así. preocupado, con una mueca de asco, hasta que podía ir a lavarse con dos el padre de su hijo? La primavera venía parca en aguas, pero las Un calofrío de pudor —de un pudor profundamente humano y Su lucha con los ¡Venga usted! redoblado los trabajos de las minas. Y si este nuevo contacto Benites recordó esta escena, como en un relámpago, mientras Servando —exclamó—. José tomó la primera copa y dijo, saboreándose: A la tercera copa, Mateo le dijo al subprefecto: —Necesitamos, querido subprefecto, dos gendarmes. sentándose en el quicio a esperar. Y la mujercita Se decía solamente que en compañeros de trabajo y de dolor, en pequeñas asociaciones o sindicatos Laura, una india rosada y fresca, bajada de la puna a los ocho años y ipso facto y en público. Unánimes reproches, injurias y zumbas ahogaron los tímidos escrúpulos de que quedaron —una quincena de personas— se encontraban completamente
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